domingo, 8 de enero de 2012

Juan Pablo Shuk: “Por la calle, la gente se sonríe y dice: ‘Acá está el malo’”

Es Gamboa, el malo de El barco (A-3 TV), más temible aún que las criaturas que visitan la nave. Y lo lleva muy bien, porque ya está acostumbrado: entre otros villanos, ha encarnado al despiadado Fernando Escandón en Pasión de gavilanes (actualmente, en Nova). No obstante, Juan Pablo Shuk, actor colombiano de 45 años, empieza a soñar con otros perfiles.


¿Contento con la serie El barco? 
Sí. Y mi papel es muy placentero.
¿Disfruta haciendo de malo? Porque Gamboa lo es, y mucho… 
Sí, aunque ser malo resulte agotador. En la ficción y en la vida real. Pero es un personaje muy interesante, con mucho color, que te da libertad para poner cosas que no te permitiría un protagonista, del que ya se conoce su línea ética y moral.
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¿No le dan bolsazos por la calle? 
Nunca me han agredido. La gente a veces se sonríe y dice: «Acá está el malo», pero con cariño.
Tuvo un comienzo complicado con Belén Rueda. 
Como siempre la he admirado, estaba muy nervioso y emocionado por compartir escena con ella. Pero cuando leí en el guion que en las primeras secuencias me cogía de los huevos, me dio un bajonazo. No obstante, es una gran persona y me hizo sentir muy bien.
¿Qué tiene El barco?
Me imagino que gusta por su temática, muy nueva para la ficción española, y para la de habla hispana, por lo que no era fácil que el público la acogiera. Sin embargo, así ha sido. Esta serie tiene tres factores que siempre están en juego: la naturaleza contra el hombre, el hombre contra el hombre y el hombre contra sí mismo. La mayoría de las series solo manejan dos variables. Aquí la tres aceleran tangencialmente la otra: es diferente enamorarse en el fin del mundo, odiar en el fin del mundo… Pone los valores humanos en un plano microscópico para estudiarlos. Y está muy bien realizada. Los guionistas manejan muy bien el tema de la ciencia, pero también los humanos.
¿Y los efectos especiales? 
Yo los veo solo como un servicio para contar la historia. El público valora las situaciones humanas.
Pero sorprenden, siendo una ficción española. 
A mí me impresiona el trabajo que se ha hecho en este aspecto. Pero España tiene el mismo poderío que EEUU para hacer series y películas. Como extranjero, me extraña que se comparen.
Y abunda la gente guapa. ¿Las veinteañeras suspiran por Ulises y las treintañeras por Gamboa? 
Estoy encargado del departamento de antigüedades (ríe). Yo vengo de un lugar donde se ha tratado de manipular la fórmula de la gente guapa en televisión, y de 100 han fracasado 98. España está entrando en esto. Pero los actores de El barco son jóvenes con talento. Mario Casas lo da todo. Tiene una energía atómica.
José Coronado, por ejemplo, no se ha quedado en su atractivo. 
En esta profesión es más fácil entrar que perdurar. Con Coronado coincidí en No habrá paz para los malvados. Es impresionante el trabajo que hace. Su decisión de vida es madurar como actor. Todos deseamos llegar a ese punto.
¿Piensa quedarse en España? 
Soy realista. Para que me salga un personaje en una serie como El barco en España, pueden pasar otros 45 años. Habrá ires y venires.
¿Huyó de los culebrones? 
Mi objetivo siempre fue dejar un poco ese mundo, aunque no reniego de él, porque se lo debo todo. Los culebrones son un campo de batalla fantástico para un actor. Yo los veo como un servicio social, porque Colombia tiene dos millones de desplazados, violencia, guerrilla, y los actores tenemos allí una función muy importante. Pero cualquier actor quiere trabajos de más calidad.
¿Teme encasillarse? 
Le tengo pánico a la comedia. Sería nefasto. La gente apagaría la tele. Pero quisiera probar con otros personajes, con otros colores, con otros perfiles…
¿Ser sudamericano implica hacer aquí determinados papeles? 
Desafortunadamente, la ficción trata de reflejar la realidad nacional, y en ella existe el cliché de que los latinos tendemos a ciertos comportamientos. Al menos Gamboa no es malo porque sí, tiene sus razones.
¿Se sirve de su experiencia militar? 
Claro. El actor es un producto de todas sus experiencias. Por eso, más que estudiar, debe morder la vida.
¿Con qué series sueña? 
Con Hispania, aunque, obviamente, por mi acento, no encajaría. Con Los protegidos, conCuéntame
¿Haber vivido en la selva le hace idóneo para ir a Supervivientes? 
No participaría jamás… ¡Jamás!

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